1.1.1.Origen y evolución del Humanismo pedagógico. pag 156.
El Humanismo histórico es el movimiento cultural que marca la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, alcanza su plenitud en los siglos XV y XVI y comienza a declinar en el siglo XVII.
Como actitud intelectual, esta corriente que nace con la modernidad, se manifiesta en un anhelo de reforma y de renovación que tiene como modelo la síntesis de la sabiduría cristiana y de la cultura grecolatina.
La nueva sensibilidad se fragua en Italia, a mediados del siglo XIV. Bajo la influencia de los humanistas italianos, otros países europeos se abren al nuevo movimiento. Sin olvidar, que a partir del siglo XVI, también se proyecta hacia las nacientes instituciones culturales y educativas del Nuevo Mundo.
En España, a mediados del siglo XV, Elio Antonio de Nebrija, se constituye en el máximo representante del Humanismo en la península. A él se debe también el primer tratado humanístico de educación De liberis educandis libellus, un breve compendio de ideas pedagógicas de autores clásicos, que compone en 1453.
En el orden político y religioso, Europa vive la gran escisión de la cristiandad, la ruptura de la unidad medieval y el azote de las guerras de religión. Los deseos de conciliación y las llamadas a la paz de los humanistas, chocan con las ambiciones políticas y las divisiones ideológicas.
Pese a ello, el Humanismo, tanto en los países protestantes, como en los católicos, mantiene su ideal de formación, evitando así la desintegración cultural europea.
Por encima de las profundas divergencias religiosa o de las crecientes peculiaridades nacionales, reflejadas en el auge de las lenguas y literaturas vernáculas, pervive una comunidad intelectual, en la que Erasmo, Moro, Budé, Melanchton, Sadoleto o Vives, continúan madurando las ideas pedagógicas cimentadas en la doble tradición cristiana y clásica.
Todos estos elementos y el propio desarrollo del pensamiento moderno, introducen nuevos matices y dan una gran variedad temática a la literatura educativa del siglo XVI.
En ella brillan con luz propia algunos grandes tratados pedagógicos, pero, sobre todo, proliferan una multitud de escritos parciales, a veces secundarios, que reflejan hasta qué punto el mundo intelectual ha hecho suya la causa de la educación.
Algunas de las claves que se van a desarrollar posteriormente son:
- La admiración por los clásicos, algunos de cuyos textos rescatan del olvido.
Todos estoss tratados se enmarcan en un pesnamiento pedagógico inspirado por el recién descubierto mundo clásico, al que se suma la imponenete figura de Quintiliano, cuya obra Instituciones Oratorias, fue recuperada en 1416.
Lo que cambia es la valoración de los textos de la antigüedad, la veneración con que ahora son tratados.
Sin embargo, no se trata de copiar o imitar servilmente a estos autores, sino de profundizar en los valores que, magistralmente expresados por ellos, se podían asimilar a la educación moderna, a la educación cristiana.
- La importancia que conceden al estudio del latín y el griego.
Uno de los primeros manifiestos es la obra de Lorenzo Valla (1406-1457), Las elegancias de la lengua latina. Valla es es iniciador de una corriente filológica que enfatiza el lugar del lenguaje en la formación. La lengua y sobre todo, la latina, es el instrumento de la comunicación, la clave del conocimiento y la manifestación más acabada de la perfección humana.
- Su interés por la filosofía, reducida a la ética - la filosofía del hombre- y su espíritu cristiano.
Ahora se abre una nueva época de explendor cultural en la que existe una clara conciencia de ruptura con los siglos medievales y de restauración de la vida intelectual.
Lo que preconiza realmente es una reforma de la vida y de las costumbres. Su aspiración es que el saber se convierta en sabiduría, que la cultura se ordene a la virtud.
Esta dimensión etica es la verdadera clave del Humanismo y la que le confiere un neto carácter pedagógico. Lo que se traza en estos siglos es un proyecto educativo.
Junto a estas reflexiones sobre los principios educativos, aparecen también las primeras escuelas de carácter humanístico, como las de Vittorino de Feltre (1373 - 1446) o Guarino Guarini (1374-1460).
En estos centros llamados "contubernios", maestros y discípulos, en un ambiente de cordialidad y de afecto familiar, colaboran y comparten un proyecto pedagógico trazado en torno a la instrucción literaria y a la formación religiosa y moral.
En ellos se forma una generación de intelectuales que difunde rápidamente el amor por unos estudios que los convierte en ciudadanos de una patria común, la patria de la cultura..
Sobre estos cimientos se levanta todo el edificio del Humanismo pedagógico que, en su evolución, va desarrollando un carácter propio y original que se plasma en las obras del siglo XVI.
Después de un periodo de esplendor y de fecundidad, en el siglo XVII, el Humanismo comienza a manifestar síntomas de decadencia.
En parte se debe a que las humanidades se revelan ya incapaces de dar respuesta a las necesidades educativas de un mundo cada vez más complejo.
Por otra parte, más allá de las escuelas e incluso de las universidades, nueva corrientes filosóficas y científicas estaban abriendo un nuevo periodo en la vida intelectual europea.
El racionalismo, el desarrollo de la ciencias empíricas, la fe en el progreso y en la posibilidad de dominar la naturaleza son las nuevas fuerzas que acabarán desplazando a la educación humanista.
Después de un periodo de esplendor y de fecundidad, en el siglo XVII, el Humanismo comienza a manifestar síntomas de decadencia.
En parte se debe a que las humanidades se revelan ya incapaces de dar respuesta a las necesidades educativas de un mundo cada vez más complejo.
Por otra parte, más allá de las escuelas e incluso de las universidades, nueva corrientes filosóficas y científicas estaban abriendo un nuevo periodo en la vida intelectual europea.
El racionalismo, el desarrollo de la ciencias empíricas, la fe en el progreso y en la posibilidad de dominar la naturaleza son las nuevas fuerzas que acabarán desplazando a la educación humanista.
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