jueves, 25 de julio de 2013

1.1.2. La integración de los clásicos en la educación cristiana

1.1.2. La integración de los clásicos en la educación cristiana. pag 158.

Si algo caracteriza al Humanismo, desde sus orígenes, es el deseo de volver a las fuentes de la cultura occidental en busca de la verdadera filosofía y de una piedad más sencilla y auténtica.


Pero este anhelo no está exento de dificultades ya que supone revisar las Escrituras y la Patristica y resucitar las obras de los clásicos paganos.


El Humanismo asume la responsabilidad de invocar el espíritu de una cultura -la cultura antigua- precristiana o no, pero, en todo caso, pagana.


El Humanismo moderno, en este sentido, no es más que la continuidad de un largo debate que se remonta a los primeros siglos de la Iglesia, cuando se plantea si es conveniento o no unir las letras profanas y las letras sagradas, la revelación divina y al cultura humana.


Armonizar la Antigüedad con el Cristianismo es el problema que hereda el Humanismo renacentista.


Los humanistas cristianos, que son quienes configuran realmente la cultura moderna, son conscientes de que no pueden mezclar el cielo con la tierra.


En definitiva saben que la filosofía cristiana es el más alto grado del conocimiento. Pero no por ello están dispuestos a renunciar a los tesoros de sabiduría y de belleza creados por la razón humana, aunque provengan de los clásicos paganos.


Más aún, se piensa que muchos de los filósofos y sabios paganos, tanto en su vida como en sus obras, habían sido testigos de la verdad y por lo tanto de Dios, de quien procede.


Se trata de un aspecto más de la crítica que el Humanismo desencadena contra el mundo intelectual y cristiano de la época, supuestamente ignorante y corrompido.


Sin embargo, se puede observar una línea de pensamiento claramente definida. Los clásicos son, sin duda alguna, la base de la nueva cultura, pero siempre que se supediten a la fe y a la salvación eterna.


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